El bautismo en el Espíritu Santo (Hechos 2:1-4)
El bautismo del Espíritu Santo es una promesa vigente para todos los creyentes. Su propósito es capacitarnos con poder divino para cumplir la misión de testificar de Jesús, y se manifiesta de manera visible en la vida del creyente.
El Espíritu Santo (Hechos 1:1-11)
El Espíritu Santo habita en los creyentes, transformándolos y capacitándolos con poder para vivir y compartir el evangelio, cumpliendo la misión que Jesús dejó.
El perdon (2 Corintios 2:5–11)
El perdón es esencial para la salud espiritual del creyente y la unidad de la iglesia.
Dios levanta al arrepentido (Jueces 16:28–31)
Dios es misericordioso y restaura a quienes se arrepienten con sinceridad, incluso cuando han fallado gravemente. La historia de Sansón muestra que aunque el pecado tiene consecuencias, Dios responde al corazón humillado y quebrantado, y puede usar a una persona arrepentida para cumplir Su propósito.
Valora Su presencia (1 Samuel 4:19–22)
La historia de la pérdida del arca del pacto nos recuerda que descuidar la santidad y la presencia de Dios trae consecuencias trágicas; por eso, debemos valorar nuestra relación con Él, vivir con reverencia y no permitir que nada ocupe el lugar que solo le pertenece a Dios.