¿Dónde está tu corazón? (Hechos 8:18–25)
Debemos guardar nuestros corazones y asegurarnos que nuestro servicio a Dios está siendo hecho por las motivaciones correctas.
No se trata de mí (Hechos 7:54–60)
El Cristianismo no se trata de nosotros, se trata de servir a Dios y a los demás. Esteban es ejemplo del significado de ser un fiel discípulo hasta la muerte.
Cuando las pruebas producen pasión (Hechos 5:17–32)
Dios respalda el mensaje de Cristo y las pruebas y dificultades que puedan venir en ser testigos son una oportunidad para ver a Dios moverse a nuestro favor.
Lo que tienes es suficiente (Hechos 3:1–10)
A veces pensamos que necesitamos mucho para impactar a los demos cuando en realidad empieza con lo poco. Lo que esta a tu disponibilidad es suficiente.
Moviéndonos con el movimiento (Hechos 2:37–47)
El Cristianismo no es un camino para los solitarios, Dios nos ha llamado para a perseverar juntos en unidad y comunidad.
Muévete (Hechos 1:1–8)
La iglesia está en constante movimiento y si queremos ser parte de ella debemos ser capturados por el mensaje de Jesús y ser llenos del poder del Espíritu Santo.
Acerquémonos confiadamente (Hebreos 10:19–25)
Debemos acercarnos a la presencia de Dios sin temor y con la inconmovible fe en Jesús. Jesús nos ha acercado al Padre por su muerte y resurrección.
Acércate con fe (Marcos 9:14–29)
Cada creyente tiene una medida de fe que él da pero también nos invita a cultivar nuestra fe y no quedarnos complacientes en una medida. Lo podemos hacer en una intimidad sincera con Él, ya que nada de lo que podamos hacer lo puede impresionar.
Acércate con un corazón puro (Santiago 4:6–10)
Dios resiste a los soberbios pero da la gracia a los humildes. La manera que respondemos a su llamado de acercarnos a su presencia depende de la postura de nuestro corazón, el cual Él anhela que nos acerquemos con un corazón puro.
Acércate con quebrantamiento (Lucas 7:36-50)
En esta historia exploraremos la exaltación y humillación de dos personajes. Una mujer pecadora que se acercó en quebrantamiento ante Jesús y de un hombre religioso llamado Simón, que aunque Jesús era su invitado no lo recibió igual.