El perdon (2 Corintios 2:5–11)
El perdón es esencial para la salud espiritual del creyente y la unidad de la iglesia.
Dios levanta al arrepentido (Jueces 16:28–31)
Dios es misericordioso y restaura a quienes se arrepienten con sinceridad, incluso cuando han fallado gravemente. La historia de Sansón muestra que aunque el pecado tiene consecuencias, Dios responde al corazón humillado y quebrantado, y puede usar a una persona arrepentida para cumplir Su propósito.
Valora Su presencia (1 Samuel 4:19–22)
La historia de la pérdida del arca del pacto nos recuerda que descuidar la santidad y la presencia de Dios trae consecuencias trágicas; por eso, debemos valorar nuestra relación con Él, vivir con reverencia y no permitir que nada ocupe el lugar que solo le pertenece a Dios.
Alaba al Dios eterno (Salmos 146)
Este salmo nos llama a alabar a Dios con todo nuestro ser y a confiar en Su carácter eterno, recordándonos que nuestra motivación para alabarle debe ser Su fidelidad, poder y justicia, no solo lo que Él hace por nosotros

