La fe sincera (Hechos 5:1–11)
La historia de Ananías y Safira nos enseña que Dios aborrece la falsa piedad y valora una fe sincera y humilde, pues no puede ser engañado por apariencias externas.
Trabajemos en la unidad (Hechos 4:32–37)
Dios desea que Su iglesia viva en unidad, como una verdadera familia espiritual. Esta unidad es posible cuando somos llenos del Espíritu Santo, dejamos el egoísmo y servimos con generosidad, reflejando a Cristo incluso en medio de la oposición como los primeros discipulos.
Sirve a Dios(Hechos 4:23–31)
Podemos predicar sin temor porque Dios es soberano y Su Espíritu nos da valentía para hablar de Cristo con confianza, aun en medio de la oposición.
Predica de Jesús sin temor (Hechos 4:1-14)
Confía en el nombre de Jesús, porque solo Él tiene el poder para salvarte y transformar tu vida.
Jesús tiene poder (Hechos 3:11-16)
Confía en el nombre de Jesús, porque solo Él tiene el poder para salvarte y transformar tu vida.
El poder del evangelio (Hechos 3:1-10)
Dios transforma vidas a través del poder del evangelio, y nuestra respuesta debe ser una vida de gratitud y adoración.
El bautismo en el Espíritu Santo (Hechos 2:1-4)
Dios transforma vidas a través del poder del evangelio, y nuestra respuesta debe ser una vida de gratitud y adoración.
El Espíritu Santo (Hechos 1:1-11)
El Espíritu Santo habita en los creyentes, transformándolos y capacitándolos con poder para vivir y compartir el evangelio, cumpliendo la misión que Jesús dejó.
El perdon (2 Corintios 2:5–11)
El perdón es esencial para la salud espiritual del creyente y la unidad de la iglesia.
Dios levanta al arrepentido (Jueces 16:28–31)
Dios es misericordioso y restaura a quienes se arrepienten con sinceridad, incluso cuando han fallado gravemente. La historia de Sansón muestra que aunque el pecado tiene consecuencias, Dios responde al corazón humillado y quebrantado, y puede usar a una persona arrepentida para cumplir Su propósito.